Él deseaba que ella —una prostituta a la que requería servicios sexuales
con frecuencia— fuera su novia. Pero ella no aceptaba ese trato. Lo
discutieron, pero ella insistió en su negativa. Él se enfureció, cogió un
cuchillo y le asestó múltiples puñaladas hasta que la mató. Ocurrió a finales
del mes de abril en el piso del agresor en la localidad tarraconense de Valls.
Poco se sabe de esta mujer. Tan solo que nació en Rumanía, que vivía en
un municipio cercano a Valls, que ejercía la prostitución y que tenía 47 años.
También se sabe que su muerte no pasará a engrosar la lista de las víctimas
mortales de la violencia machista.
Las diligencias por el asesinato de Valls las asumió un juzgado
ordinario y no uno especializado en violencia contra la mujer, al considerarse
que ambos no tenían relación de pareja, aunque se conocieran. El agresor fue
enviado directamente a prisión, pero este caso ha devuelto a la arena pública
el debate sobre qué se considera violencia de género en España.
En el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales explican que el
asesinato de Valls no se contempla en la estadística oficial porque ésta
recoge, exclusivamente, los casos en los que la agresión "es cometida por
las parejas o exparejas de las víctimas", tal y como marca la Ley Integral
de Violencia de Género. Sin embargo, numerosos expertos en violencia de género
y asociaciones feministas consideran que el objeto de la ley "es demasiado
restrictivo" porque hace referencia a relaciones de afectividad que dejan
otras fuera de ser enjuiciadas como agresiones machistas.
Ni amantes ni prostitutas suman
Graciela Atencio, la responsable
de feminicidio.net (un proyecto que desde 2010 registra los asesinatos de
mujeres en España), opina que "decir que el asesinato de una mujer a manos
de un hombre no es violencia de género es dinamitar y vaciar de su significado
la violencia de género". Ella considera que, "el objeto de la ley
integral es muy restrictivo y no reconoce relaciones esporádicas, noviazgos
cortos o relaciones de amantes", denuncia.
Atencio pone como ejemplo el
reciente caso de una mujer asesinada en Gijón por su amante, relación negada
por la familia de la víctima, pero admitida por su agresor en su declaración
ante la Policía.
Además de las víctimas de amantes violentos, Atencio destaca con
especial preocupación el hecho de que España no incluya en su estadística de
crímenes de violencia de género los de las prostitutas. "Una prostituta no
puede llamar al 016 porque no le ampara la ley", lamenta Atencio, quien
recuerda que solo en lo que va de año cuatro prostitutas han sido asesinadas
por sus clientes.
Casi el doble de víctimas en 2015
"Una mujer prostituta a la que se le exige estar disponible para
los hombres debería estar más protegida porque vive una situación de riesgo
importante", insiste Atencio, "la mayoría de los feminicidios de
prostitutas son cometidos con una gran saña por parte de los clientes".
Si se contara a todas las mujeres
que mueren a manos de un hombre en España, según Feminicidio.net, en el año
2015 habrían sido 112 las víctimas, casi el doble de la cifra oficial que
recoge la estadística del Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, 57. Esta
consideración podría abrir el paso a los huérfanos de estas mujeres a solicitar
las escasas ayudas o beneficios sociales que algunas Comunidades Autónomas
reservan para los huérfanos de las maltratadas. Además, obligaría a
redimensionar los efectivos dedicados a la prevención de la violencia contra
las mujeres, a todos los niveles, policial, social y judicial. Una prostituta no
puede llamar al 016 porque no le ampara la ley.
A las víctimas de sus amantes y de sus clientes, otros expertos añaden
la pregunta de si se debe considerar crímenes de violencia de género las
muertes "por compasión" de varias ancianas enfermas en los últimos
años y que no han sido registradas en la estadística gubernamental.
"Son casos que los tribunales instruyeron como violencia de género
sin entrar a valorar las motivaciones del autor. En las sentencias (pendientes
de ser dictadas) se verá si es violencia de género o no". Son aquellos
casos en los que se ha alegado "compasión" y que revelan falta de
recursos para atender a las mujeres, habitualmente enfermas dependientes.
El debate no se cierra ahí, también se incluiría el caso del crimen de
Cuenca, en el que no solo murió asesinada la ex novia del agresor, Marina, sino
Laura, la amiga que acompañaba precisamente por el miedo que sentía la primera
hacia el hombre que terminó brutalmente con sus vidas. O el de las madres e
hijas que murieron cuando estaban en compañía de las mujeres a las que fueron a
asesinar. O los casos en los que no se puede probar relación íntima pero están
motivados "por misoginia o el sexismo".
Los expertos consultados por 20 minutos insisten en que el caso de Valls
es prototípico de un caso de violencia de género y creen
"indispensable" incluir a las prostitutas que mueren a manos de sus
clientes en la cuenta de la violencia de género. También piden extender el
registro a la relación afectiva en las que no esté acreditada la convivencia si
se conoce que ha habido relaciones o encuentros esporádicos.